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Mostrando entradas de febrero, 2010
El tiempo es tirano, por eso que he decidido salirme del mismo. CONORARO DE ATTENBOURGH, 1866 (LAS SIERVAS DE DIOS)
NUNCA INTENTES PREVENIR LO PEOR. SOLO TOCARÁS A SU PUERTA. MADAME PUBLIS, 1254 (CONSEJOS PARA JULIETTE)
SI NADIE TE SIGUE, PUEDE SER POR DOS MOTIVOS: O TU LUZ ESTÁ APAGADA O TU LUZ ESTÁ DEMASIADO PRENDIDA KUMACHATKA, 525 (VERSOS PARA LOS JUNCOS)
El odio es un vacuna mal administrada OROTACLES, 202 AC
Una nube negra cubrió la ciudad. Buggy, el mejor detective privado recibió una noticia por teléfono. La versión más extendida respecto de la muerte de Consuelo Villagrán era el suicidio. Buggy sospechaba. Conocía a Consuelo y dudaba de que se odiara tanto como para matarse. Incluso pensaba que no llegaba a tener ni siquiera la capacidad de decisión necesaria. Claudio Bolena, el amante de consuelo era policía. Eso era un problema. Buggy comentó a Bondie, su secretaria, que desconfiaba de Claudio. Ella, que tenía intuición para la mentira le dijo que había algo raro. Olor a clavo, le dijo. Buggy pensó que eso se debía a que ambas habían sido amigas y hacía un tiempo que no se hablaban por culpa de un amor compartido: Johann. Cuando Buggy terminó de armar el rompecabezas en su mente y estaba dispuesto a tomarse un trago, vió correr por su camisa un hilo de sangre. Del techo cayó como un bolsa de papas el cuerpo de Claudio. Muerto bien muerto. Buggy miró a su alrededor y vió una sombra que...
Me encontraba frente a una pared amarilla, algo descolorida. Llevaba en mi mano una radiografía de mi tibia. Es extraña esa sensación de mirar una imagen de los propios huesos. Algunas tribus habrían matado por mucho menos. Los huesos son nuestros cimientos. Rara vez pienso en mis huesos. Con suerte y alguna práctica recuerdo mi cuerpo, a veces mi respiración, poquísimas veces la planta de mis pies pero nunca tengo consciencia de mis huesos. Y allí estaba, mirando el mundo a través de una lámina de acetato. Delante mío, posada y sola, una libélula llamó mi antención. Quieta como una estatua y vibrante como una nota musical, mostraba sus alas hechas de telarañas sincronizadas. Pensé que era un afortunado. Un instante de gloria. Vi una libélula a través de mi propia radiografía. JULIETA RASSOF, 1980 (LA MIRADA PRÍSTINA, Ed. Canicumen)
La multitud enloqueció, luego quedó en silencio expectante y por último el horror se adueñó de todos. Mary Ginvas y Mike Solvan eran la pareja estrella del campeonato norteamericano de patín sobre hielo por parejas. Habían ganado dos premios nacionales y eran además muy queridos por su natural simpatía y sus guiños al público mientras patinaban a gran velocidad. Hicieron su rutina, saltos, giros y triple saltos hasta que en un giro y manera impulsiva él le soltó la mano. Debía agarrarla en la caída para amortiguar el golpe y sencillamente se retiró y se quedó mirando para estupor de todos los presentes. Ella que venía cayendo para estrellarse contra el piso lo miró y por un instante el tiempo se detuvo. Mike la miró con los ojos tristes y ella dejó caer una lágrima que volaba lentamente hacia el piso blanco y helado. La lágrima se congeló y al tocar el piso hizo estallar todo el hielo con violencia. Parecía un derrumbe de un glaciar, el estruendo y los gritos de la gente se confundían ...
El estruendo fue enorme. El susto de los vecinos también. La intención de Michelle era correcta. Su lectura de la situación era lo que fallaba. Tirar un tiro al aire con una Mangum podía ser lo adecuado en caso de un asalto pero el juez consideró que era de escaso valor pedagógico a la hora de imponer orden a sus pequeñas hijas de siete y nueve años. VANINA NASSIF, 2009 (DIARIO DE EVENTOS SIN GRACIA, Ed Plummer)