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Mostrando entradas de julio, 2017
Había una vez una cucaracha de nombre Olegario. Consultada por sus pares acerca de cual sería la intención del Altísimo de crearlas solo para ser odiadas por los humanos contestó sin dudarlo -El cielo se abre para la purificación del propio Creador y como consecuencia los ángeles se caen y se estrellan sobre el piso. De la carne no cuajada y ya reventada nacimos nosotras. De alguna manera, fuimos una casualidad en un mundo causal y ni siquiera el mismo Dios previó nuestra existencia. Por eso somos tan fuertes. Estamos hechas de la materia angelical y como sus herederas naturales y nunca pensadas nos concentramos en conquistar la Tierra, que es la obra del divino descuido que dejó el cielo abierto. Por tanto somos una valla biológica para la propagación del humano y por ello éste nos aborrece. Sin embargo su propia condición de hijo de Dios (al menos lo llaman Padre) nosotras al ser hijas –aunque indirectas- de los ángeles nos convierte en sus sobrinas nietas. Es curioso como la batal...
  Sentinelas híbridos guardaban las costas del Mar Agrio. Sus armas eran de hiedra y hierro, gemas turquesa y miel líquida. Desde lo alto del puente por donde cruzaban miles de personas por día se podía ver sus siluetas recortarse contra el la vieja estación de tren. Los llamaban “Zazensi” y su presencia se había vuelto natural para los locales. Cuando llegaba algún barco hacia el puerto sus tripulantes hacían un signo con los dedos frente al rostro para demostrar su respeto. Un nonagenario que vendía uvas frente al atracadero observaba las gaviotas azules girar alrededor de una gran red con frescos peces y cada tanto les arrojaba pan humedecido en leche. Cada quien se ocupaba de su asuntos y rara vez alguien alcanzaba a sorprenderse por lo que ocurría en el mágico puerto de Amidazal. Los centinelas eran ocho, de diferentes colores y formas. Frente a la entrada principal se encontraba Albo, el protector de las damas y tenía en su frente una corona con gemas de aguamarina. Se le h...