EL COMIENZO
La crucifixión lo intimidaba. La formación calcárea de la cueva dejaba intuir el paso del tiempo en cada capa blanca y rosada. Se sentía seguro de su poder pero aun así intranquilo, como un pájaro antes de la tormenta. Por un costado ingresaban rayos anaranjados que bañaban la fría piedra. Pensaba en la posibilidad cierta de morir pronto y no alcanzaba a sentir el natural miedo sino que se regocijaba por adelantado del impacto que produciría su ausencia. El piso era frío y rugoso y en un viento sonoro ingresaba reclamando su lugar en el concierto de la despedida. Volvió el rostro hacia los suyos que parecían triste y amedrentados y esbozó una sonrisa dulce y melancólica. Un murciélago despistado chocó contra la pared y cayó al piso e intentaba retomar vuelo con cómicos movimientos atolondrados. En el piso, de pies cruzados, estiró su túnica y cerró los ojos. Oraba. Un enjambre de moscas se agolpó cerca del murciélago esperando poder alimentarse de s...