"Sin duda, la forma más eficiente para presentar la teoría de Fermés ha sido la llamada "variable Kaitler" que incluye una disminución progresiva y escalada de las funciones primarias a fin de incrementar el estadío de la función sincrética en la construcción del espacio como campo representado."
Eso fue lo que dijo José Arraga el día en que fue arrestado a la salida de un supermercado por robar un puñado de canicas.
Lo más extraño es que sostuvo cada una de las palabras frente a diversos oficiales de policía y ante el mismo fiscal.
Le preguntaron donde vivía, de que trabajaba y para qué se había arriesgado a cometer un delito de tan poca monta y sin experiencia aparente. Contestó lo siguiente:
"El flujo natural de los procesos implicados en un sistema dado, suele revertirse hasta un punto de no retorno en el que las implicancias de orden dual se aceleran de tal forma que la presión ejercida por sus componentes, sean estos visibles o invisibles se prolonga hasta un punto dado en el que no pueden más que invertir sus polaridades hasta cerrar el proceso, dejando la organización sin capacidad de cambio alguno."
Ahora el juez lo miraba entre intrigado y molesto, consciente de su propia ignorancia.
José en cambio se envalentonó y continúo su exposición a los gritos, como un loco poseído, gesticulando y escupiendo mientras vociferaba.
"La expectativa de supervivencia de un cuadro semejante es cercana a cero, cero absoluto. Ustedes no tienen idea a que punto hemos llegado. La correlación entre todos los puntos nodales de este micro universo de señales y signos sin lectura aparente es tan áspera que los híbridos módulos que surgen de la intersección entre los lazos de energía contenida, se medirán en algún momento como verdaderos pozos con espacio suficiente como para enterrar en cada uno de ellos un sin fin de planetas del tamaño de Júpiter."
El juez lo declaró insano y José fue llevado a un manicomio.
Una vez allí salió volando por la ventana y nunca más fue visto.
Sobre la cama dejó las canicas hurtadas y una nota que decía
"Feliz Navidad, ho, ho, ho"
ALEJANDRO BOCCANEGRA, 1996, "CUENTOS CAPITALES Y CUENTOS DE LA COSTA", Ed. Fanal
Eso fue lo que dijo José Arraga el día en que fue arrestado a la salida de un supermercado por robar un puñado de canicas.
Lo más extraño es que sostuvo cada una de las palabras frente a diversos oficiales de policía y ante el mismo fiscal.
Le preguntaron donde vivía, de que trabajaba y para qué se había arriesgado a cometer un delito de tan poca monta y sin experiencia aparente. Contestó lo siguiente:
"El flujo natural de los procesos implicados en un sistema dado, suele revertirse hasta un punto de no retorno en el que las implicancias de orden dual se aceleran de tal forma que la presión ejercida por sus componentes, sean estos visibles o invisibles se prolonga hasta un punto dado en el que no pueden más que invertir sus polaridades hasta cerrar el proceso, dejando la organización sin capacidad de cambio alguno."
Ahora el juez lo miraba entre intrigado y molesto, consciente de su propia ignorancia.
José en cambio se envalentonó y continúo su exposición a los gritos, como un loco poseído, gesticulando y escupiendo mientras vociferaba.
"La expectativa de supervivencia de un cuadro semejante es cercana a cero, cero absoluto. Ustedes no tienen idea a que punto hemos llegado. La correlación entre todos los puntos nodales de este micro universo de señales y signos sin lectura aparente es tan áspera que los híbridos módulos que surgen de la intersección entre los lazos de energía contenida, se medirán en algún momento como verdaderos pozos con espacio suficiente como para enterrar en cada uno de ellos un sin fin de planetas del tamaño de Júpiter."
El juez lo declaró insano y José fue llevado a un manicomio.
Una vez allí salió volando por la ventana y nunca más fue visto.
Sobre la cama dejó las canicas hurtadas y una nota que decía
"Feliz Navidad, ho, ho, ho"
ALEJANDRO BOCCANEGRA, 1996, "CUENTOS CAPITALES Y CUENTOS DE LA COSTA", Ed. Fanal