Con paciencia, Linneker sacó los gnoccis del agua salada, uno a uno como le había enseñado su ex esposa, Beatricce.
Su ahora ex suegro, Fantino Carrinaghi había sido un líder de la Camorra, la organización del crimen del sur que competía con la mafia por cada café, por cada negocio y por cada obispo.
Linneker era un extranjero y así se sentía aún luego de vivir casi quince años de Bonecci, cerca de un mar tan azul como el cielo mismo. Tenía todo a su favor, incluso la simpatía de los soldados del Don y sin embargo mantenía un perfil bajo.
El matrimonio se había tenido que separar para evitar un ataque frontal de la competencia, los Arrighi, que destruían todo a su paso.
El problema era no solo el control de los ingresos sino algo más complicado: los Arrighi no eran humanos. Eran una especie alienígena de sangre color lima que vivián en cuerpos prestados.
CARLO PONTEVECCHIO, 1978 (IL DUOMO, Ed. Pennetone)