Ese hombre era parco. Desconocía con ganas las bondades de la dialéctica. A través de los años se había convertido en un militante del silencio. Con el propósito de no errar en sus dichos optó finalmente por la escasez de palabras, un sesgo al verbo. Sin embargo su mujer era una verdadera parlanchina. No importaba el tema a ser tratado, ella tendría una opinión al respecto. Alguien incluso intentó infructuosamente contar sus palabras pero la velocidad de su verba hizo imposible tamaña hazaña. Así el universo recobró su equilibrio. Unos calla y otros hablan. La compensación de la energía del Cosmos. Un sabio dijo que no importaba lo que hiciera, alguien cubriría los costos.

LEONARDO PANETTA, 2008. "LOS SENDEROS RADICALES" Ed. Mariana

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