Maravillas son aquellas que nos hacen recordar el instante por mucho tiempo. Cada ingrediente de la gran espiral de la existencia gira sin cesar envuelto en el viento de la eternidad.
Con cada pulso de luz se expanden por las galaxias millones de posibilidades.
Esas fueron las frases grabadas en piedra delante de la pirámide ancestral de Tarsa. Ingresamos con algo de temor por la puerta norte en medio de una tormenta de luces y arena. Caminamos por horas en la oscuridad total tocando a ciegas las paredes para no caernos. Incluso hoy día no puedo decir cuanto duró aquella caminata eterna entre entre las frías piedras. No hablamos. Era prohibido. Cualquier palabra pronunciada en aquel lugar sagrado podía ser el fin de nuestra excursión y de nuestra vida.
Todo era negro, todo silencio, todo incierto.

CARLO BATTAGLIA, 1899, "LAS MARCAS DE TARSA", Ed: Casado & Berthes

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