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Mostrando entradas de mayo, 2012
De todas las posibilidades eligió la más incierta. Desde pequeña intentó se invisible. Miraba durante horas un espejo con la firme intención de que sucediera el milagro, que de pronto ya no se reflejara. Observaba el agua y se preguntaba si dentro de una gota no habría un universo con seres, casas y tornados. Sus padres comenzaron a preocuparse cuando Lidia, con solo cinco años se arrojó al vacío desde un acantilado. Cayó al mar y salió ilesa y feliz. Salió mojada y solo algo magullada. La madre que temblaba de pies a cabeza la abrazó fuerte y le hizo prometer que no volvería a saltar de aquellas piedras de veinte metros de alto. Durante veinticinco años ella mantuvo su promesa. Una tarde neblinosa y húmeda un pequeño pájaro azul se posó sobre una rama a la salida del funeral, en donde ambos padres fueron enterrados luego de un trágico accidente. Lidia se acercó con delicadeza al ave y ésta se lanzó a volar. Ella corrió y corrió y debieron ser horas las que llevaba corriendo cuando...
Y sin más lenguaje que el látigo de su voz, arremetió contra el ejército de demonios de metal que lo rodeaban. Como un fuego invisible quemó el rostro áspero y oscuro de sus perseguidores con el aliento cargado de azufre y gemas de obsidiana. Lavas, el druida negro de Orompur giraba en círculos como un tornado encarnado mientras vociferaba en la lengua perdida los conjuros prohibidos. La orden había llegado desde el comendador en persona. Matar al druida era cuestión de estado. Borrar su huella de la faz de la tierra y persuadir con ello al olvido y la aceptación de los nuevos dioses. La sangre imantada con el hierro de los tiempos había impregnado las piedras y los árboles, el aire y las aguas pertenecían a los hombres del bosque y ellos le pertenecían al dios de la noche. Ningún mortal podía cambiar eso ni con las órdenes de cien reyes. El bosque tenía sus secretos. Oscuras y tenebrosas criaturas dormían bajo el manto de felpa y nácar, incrustados en los ríos, las cavernas y en el ...
Sucedió entonces el hecho más extraordinario del mundo. Y ocurrió de pronto, sin previo aviso y a frente a los rostros asombrados de todos. La sorpresa y el desconcierto cundieron entre los presentes y aún los más cínicos se rindieron a su encanto. El efecto fue inmediato y como un viento incandescente recorrió las almas hasta incrustarse en cada una de ellas. El evento tenía proporciones épicas, era una rareza inmensa. Una excepción a todas las reglas conocidas, un salto cuántico en el que las circunstancias se adelantaron a la capacidad de resolver las ecuaciones y pronósticos de los sabios. La velocidad lo era todo. Allí residía el secreto. Un golpe de tal intensidad solo era posible conjugando rapidez y audacia. Y de ambas hubo. Ninguna persona podría haber imaginado semejante escenario. La cantidad de hechos ocurriendo en paralelo y de la manera más insólita, pusieron a todos en un estado de parálisis cognitiva. Fue como una violación a las mentes, una sofisticada forma de encand...
Desde el muelle de madera se veía acercarse un pequeño velero. Era hermoso meciéndose al viento con sus velas blancas como las nubes. Los dos niños se quedaron allí sentados observando como el barco se hacía más grande a mediad que se acercaba. Ambos miraban hacia el horizonte como si el mundo fuese eterno y en cierto modo para ellos lo era. El velero se acercaba más y más. Los niños se levantaron al unísono y se tomaron de la mano. De pronto el muelle estalló como y el fuego se esparció en apenas unos instantes. El velero alcanzó a doblar y los niños sonrieron, no querían hacerle ningún mal al bello barco pero no era posible que ningún humano se acercara a esas costas malditas. LARA MARCELLI, 2003 (LAS CANTATAS DE SAN LUCERNO, Ed. Poggen-Rahl)
Cientos de años antes de la anexión del reino de Qualtum al Imperio Orriano, este territorio fue gobernado  por los Nadires y los faunos. La relación entre ambos siempre fue conflictiva debido en gran parte a que los Nadires carecían de pelaje lo que a los ojos de los faunos era una señal de salvajismo. Durante la coronación de Timoteo II, un suceso extraordinario sucedió. La barcaza de mimbre del general Amuecio El Fauno comenzó a flotar por los aires como una bocanada de humo, sin dirección ni propósito aparente. Faunos y Nadires miraban al cielo embelesados por la imagen. Al comienzo se asustaron y algunos incluso se escondieron en sus cavernas, pero luego de un rato y al ver que no corrían peligro salieron también a contemplar semejante maravilla. El rey Timoteo II que acababa de asumir el trono llamó a sus edecanes y les pidió una explicación cierta a semejante evento. Este selecto grupo de personas solía ser sumamente cuidadosos en sus juicios ya que era sabido que aquel qu...
En cientos de lugares del mundo y en el mismo instante, miles de personas dicen haber visto la misma escena, la de una bella mujer que flota. Nadie sabe quien es. Todos los que la recuerdan por sus ojos de bronce y limón. Dicen que parece derramar la gracia de la armonía.  Algunos han pensado que volaba en alas de algún dios antiguo.  Nadie supo más nada de ella pero todos la recuerdan como un soplo vigoroso y eléctrico, una marca de hielo ardiente en el espacio. ENRIQUE DE LAMADRID, 2012 (EL ARTE DE VOLAR, Ed. Flaire)