Esta es la historia de un hombre que amaneció gato.
Pero no es un cuento de superhéroes. O tal vez sí.
El Gran Gatuno comenzó su existencia cuando Adalberto Lacámara abandonó la cordura.
Fue una fecha memorable, un quince de noviembre, día de San Porto.
Adalberto fue cuando persona cuerda, botánico, profesor de la Universidad Regina Pacis.
Una tarde, un gato montés, posiblemente de algún campo aledaño, ingresó llevado por su curiosidad al laboratorio de bioquímica de la universidad.
Se topó con Adalberto en la puerta. Éste lo miró.
El gato montés lo miró. Ambos se enamoraron.
Adalberto comprobó que el gato era una hembra y sin pensarlo dos veces decidió casarse con el animal.
Sumisa y dócil como con nadie la Gata montés se metió dentro de un bolsito de cuero marrón que Adalberto traía.
Fueron a la iglesia de San Ávila de los Teces a buscar al cura para que los casase.
El padre Lauro no solo se negó a casarlos sino que insultó a Adalberto y lo llamó “anticristo” .
En la penumbra de la tarde sobre la ciudad gris y fría Adalberto renegó de su Dios y con un terrible grito de dolor invocó al espíritu de la naturaleza salvaje.
Éste acudió y ante el pedido de Adalberto lo convirtió en un animal salvaje.
Adalberto amaneció tirado en la calle, solo.
Su Gata Montés había desaparecido.
Desde ese día Adalberto camina por las calles con un terrible aspecto mitad humano y mitad gato, buscando a su amada.
No da más clases y los pocos que lo frecuentan cuentan que le gusta que lo llamen el Gran Gatuno.
RIANA MOBUTA, 1987 "EL GRAN GATUNO" (Ed. Tombeta Nunda)