La canguromaquia comenzó como un juego al que los humanos se habían hecho adictos. Un caballero vestido con ropajes de seda, en medio de una arena gigante rodeado de miles de personas y armado con una larga lanza debía matar a estas bestias infringiendo tanto daño como fuera posible.
Hubo un tiempo en que los merodeadores no eran más que unas simpáticas criaturas parecidas a pequeños canguros inofensivos.
Pero luego de la mutación estas tiernas criaturas se convirtieron en demonios carnívoros.
Saltan de diez a quince metros y con sus garras poderosas pueden romper un cráneo de un solo movimiento.
Desarrollaron dientes filosos y pezuñas que desgarran a sus víctimas hasta las entrañas.
Andan en grupos de veinte o treinta y atacan coordinados con la sincronización de una reloj suizo. Parecen comprender a la perfección la realidad kinética y el momento psico espacial de sus víctimas como si adivinaran todos juntos y al unísono sus intenciones.
Se han convertido en depredadores astutos y malévolos. El gen incrustado en sus células a fuerza de choques radioactivos dio como resultado una raza tan peligrosa que ahora todos tememos por nuestras vidas.
En otros tiempos los canguros eran apenas una rareza biológica en nuestro mundo, hoy se han convertido en nuestros victimarios.
Devoran humanos con placer y parecen disfrutar no solo de la cacería y la comida sino de las lágrimas y llantos de todos los demás.
Los hombres asustados comenzaron a buscar formas crueles de matar canguros. Los marsupiales llamados ahora "merodeadores" cultivaron una rara inteligencia e incluso realizaban pequeñas construcciones. Algunos incluso comenzaron a usar alguna clase de vestimenta y sentían vergüenza de sus desnudez. No podían hablar pero al parecer eran buenos para los cálculos matemáticos y en el quinto año luego de la gran mutación ya habían construido barcos y estaban preparando un cohete.
Por más extraño que parezca, esto no sorprendió a nadie. Los humanos estaban demasiado ocupados intentando sobrevivir a la radiación y a la falta de comida que a pesar de las advertencias de algunas organizaciones, nada se hizo y el tiempo jugó a favor de la especie saltarina.
El único solaz que encontraban las personas era asistir a los espectáculos de canguromaquia que se habían instaurado como una forma de canalizar el odio y el miedo que había corroído el alma del pueblo. Y así comenzó la guerra entre el humano y el canguro. Una disputa absurda ya que no compartían ni territorio ni alimentos.
Pero ese fue solo el comienzo. Las mutaciones alcanzaron a todos y los en otros tiempos dulces y queribles koalas se convirtieron en sanguinarias bestias literalmente sedientas de sangre. Abrían los cuerpos de sus víctimas y succionaban su vitalidad roja hasta disecarlos.
Prontamente la sociedad encontró su propio camino hacia el equilibrio y comenzaron los espectáculos de koalas ensartados con lanzas en el tiro al blanco más popular del globo. Los koalas odiaban a los canguros y éstos los despreciaban pero ambos detestaban más al humano y se unieron a ellos en el ejército más extraño que se haya visto
KAY MARTINS, 2012 "EXTRAÑAS NOTICIAS DEL MUNDO POLINÉSICO", (Ed. Diario Nuke NImbooto)
Hubo un tiempo en que los merodeadores no eran más que unas simpáticas criaturas parecidas a pequeños canguros inofensivos.
Pero luego de la mutación estas tiernas criaturas se convirtieron en demonios carnívoros.
Saltan de diez a quince metros y con sus garras poderosas pueden romper un cráneo de un solo movimiento.
Desarrollaron dientes filosos y pezuñas que desgarran a sus víctimas hasta las entrañas.
Andan en grupos de veinte o treinta y atacan coordinados con la sincronización de una reloj suizo. Parecen comprender a la perfección la realidad kinética y el momento psico espacial de sus víctimas como si adivinaran todos juntos y al unísono sus intenciones.
Se han convertido en depredadores astutos y malévolos. El gen incrustado en sus células a fuerza de choques radioactivos dio como resultado una raza tan peligrosa que ahora todos tememos por nuestras vidas.
En otros tiempos los canguros eran apenas una rareza biológica en nuestro mundo, hoy se han convertido en nuestros victimarios.
Devoran humanos con placer y parecen disfrutar no solo de la cacería y la comida sino de las lágrimas y llantos de todos los demás.
Los hombres asustados comenzaron a buscar formas crueles de matar canguros. Los marsupiales llamados ahora "merodeadores" cultivaron una rara inteligencia e incluso realizaban pequeñas construcciones. Algunos incluso comenzaron a usar alguna clase de vestimenta y sentían vergüenza de sus desnudez. No podían hablar pero al parecer eran buenos para los cálculos matemáticos y en el quinto año luego de la gran mutación ya habían construido barcos y estaban preparando un cohete.
Por más extraño que parezca, esto no sorprendió a nadie. Los humanos estaban demasiado ocupados intentando sobrevivir a la radiación y a la falta de comida que a pesar de las advertencias de algunas organizaciones, nada se hizo y el tiempo jugó a favor de la especie saltarina.
El único solaz que encontraban las personas era asistir a los espectáculos de canguromaquia que se habían instaurado como una forma de canalizar el odio y el miedo que había corroído el alma del pueblo. Y así comenzó la guerra entre el humano y el canguro. Una disputa absurda ya que no compartían ni territorio ni alimentos.
Pero ese fue solo el comienzo. Las mutaciones alcanzaron a todos y los en otros tiempos dulces y queribles koalas se convirtieron en sanguinarias bestias literalmente sedientas de sangre. Abrían los cuerpos de sus víctimas y succionaban su vitalidad roja hasta disecarlos.
Prontamente la sociedad encontró su propio camino hacia el equilibrio y comenzaron los espectáculos de koalas ensartados con lanzas en el tiro al blanco más popular del globo. Los koalas odiaban a los canguros y éstos los despreciaban pero ambos detestaban más al humano y se unieron a ellos en el ejército más extraño que se haya visto
KAY MARTINS, 2012 "EXTRAÑAS NOTICIAS DEL MUNDO POLINÉSICO", (Ed. Diario Nuke NImbooto)