La parcialidad en la opinión era la marca más notable de un pensador que decía poseer la cualidad de la sabiduría y sostenía en cambio las posiciones más absurdas, abstrusas e inverosímiles.
Lo curioso era su poder de convencimiento.
No se trataba de una oratoria de la persuasión y ni siquiera se podría decir que su hablar fuese interesante. Era más bien, un fanatismo ciego y convincente, basado en experiencias personales tan incomprobables que el oyente debía retirar toda pizca de incredulidad para poder seguir el hilo de aquellas disertaciones.
No se trataba de una oratoria de la persuasión y ni siquiera se podría decir que su hablar fuese interesante. Era más bien, un fanatismo ciego y convincente, basado en experiencias personales tan incomprobables que el oyente debía retirar toda pizca de incredulidad para poder seguir el hilo de aquellas disertaciones.
Era conocido como el doctor Améndola y había llegado a obtener una maestría en astrofísica cuántica relativa.
Un título que la Universidad de Calatrava no tenía por oficial pero que él enarbolaba como un logro de proporciones gigantes ya que declaraba haber sido el primer español en recibirse con honores en semejantes estudios.
Un título que la Universidad de Calatrava no tenía por oficial pero que él enarbolaba como un logro de proporciones gigantes ya que declaraba haber sido el primer español en recibirse con honores en semejantes estudios.
Así, con la piedad de unos y la indiferencia de otros, Améndola llegó a ocupar lugares cada vez más importantes y su aura de popularidad crecía en forma geométrica.
Lo curioso era que no había publicado ningún material, ninguna teoría y ni siquiera existían artículos por él firmados.
Su fama crecía luego de cada conferencia y se hizo rico y poderoso.
Lo curioso era que no había publicado ningún material, ninguna teoría y ni siquiera existían artículos por él firmados.
Su fama crecía luego de cada conferencia y se hizo rico y poderoso.
A los pocos años se postuló para alcalde de Rávena y ganó por amplio margen. Su gestión fue por lo menos discutible y sus detractores que eran extrañamente escasos decían que había sido la peor de la historia.
Adorado por sus seguidores que lo iban a ver como si se tratara de una estrella de la música, concibió un plan audaz: crearía una raza de Améndolas para gobernar al mundo entero.
Así, impuso la obligatoriedad de concebir hijos suyos a todas las jóvenes mayores de dieciocho y menores de veintitrés años.
Creó un banco de esperma cuyo único donante era él mismo.
Améndola estaba convencido que de poder esparcir su simiente en el mundo, éste mejoraría notablemente y se convertiría en un paraíso.
Al cabo de un tiempo no demasiado largo había en el pueblo por lo menos doscientos hijos suyos, una ejército de Améndolas para gobernarlo todo.
JULIA SARTORI, 1988 "HOMBRES INESTABLES" (Ed. Sarratea)
Así, impuso la obligatoriedad de concebir hijos suyos a todas las jóvenes mayores de dieciocho y menores de veintitrés años.
Creó un banco de esperma cuyo único donante era él mismo.
Améndola estaba convencido que de poder esparcir su simiente en el mundo, éste mejoraría notablemente y se convertiría en un paraíso.
Al cabo de un tiempo no demasiado largo había en el pueblo por lo menos doscientos hijos suyos, una ejército de Améndolas para gobernarlo todo.
JULIA SARTORI, 1988 "HOMBRES INESTABLES" (Ed. Sarratea)