Algunos tipos de oscuridad pueden llegar a ser sanadores. Espacios incrustados entre las cosas y los nombres.
Cuando los gatos se lastiman, corren a esconderse en un lugar donde no haya luz y allí se quedan hasta que se curan.
Así, quien quiere recuperar sus bríos, los ánimos y la alegría tal vez deba intentar el camino del gato y rehacerse en silencio mientras sus fuerzas interiores emergen desde las entrañas hacia la piel.
Luz. Sombra. Luz. Sombra. El paso del tiempo con sus ciclos naturales dispuestos tan elegantemente en el espacio como un néctar del que beben los afortunados que encuentran un lugar para cada momento. Luz y sombra. En las horas crepusculares reside el peligro, en ese espacio en el que no es de día ni de noche y donde los colores se esfuman y a la vista se enrarece el horizonte.
También el silencio y la quietud. En medio del inestable equilibrio que propone el mundo de la materia confluyen las rutas hacia el verano interior.
La necesidad de silencio. La mirada distendida de la discreción y el encanto. Brujería.
Como salmos entonados por un coro invisible, el signo de cada era interna se disuelve en un callado mar de éter.
Flotan en el aire las notas y reverberan en cada pared y en cada cuerpo. Vibran y se propagan como pájaros encandilados por el fuego.
Silencio. Luz. Sombra. Y las notas musicales de la respiración del viento entre las fuertes raíces del pasado.
Lazos invisibles que están allí solo para que se desenvuelva el poder del recuerdo y la magia de la memoria emulándose a sí misma, repitiendo su propia canción hasta hacérnosla odiosa y ajena. Cualquier día el misterios desaparece y queda entonces solo la confusión, el desacuerdo y la extrañeza de los niños perdidos. Ante tamaña rotura, el ojo se desgarra y llora, el oído lastima con palabras profesadas y la boca queda muda.
Quien entonces se somete a la curación, se expone a ese sol caliente que irradia con tal fuerza que lastima y deja marcas en la sangre y en los huesos.
Signos de cambio. Cicatrices hechas de futuro.
Los párpados no buscan tapar al ojo sino que se abren para que ingrese una nueva fuente de luz.
Rayos blancos sobre pieles morenas.
Fuerza vital que se desprende hacia un espacio abierto y que envuelven con misterioso calor, entibiando el aire y coloreando el cielo.

FEDERICO STIGLITZ, 2013 "APUNTEN, FUEGO" (Ed. De LaCasa)

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