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Mostrando entradas de julio, 2013
Instaló las bombas en las fuentes de energía del edificio. Activadas y con un conteo de sesenta segundos salió corriendo hacia el lugar que había preparado para salvar su vida. Una pequeña cápsula de metal de  vanarium  de forma circular, en donde se metió en posición fetal. Con un dedo activó el comando que comenzaba el proceso de compresión del espacio. Una espuma gelatinosa moldeaba por completo el cuerpo ovillado de Nando dejando solo un tubo con oxígeno conectado a una fuente de energía comprimida. El   vanarium   era metal cálido. Había muy poco y provenía de algunos meteoritos que habían llegado a la Tierra durante una serie de sucesos en los que chocaron con la atmósfera unas piedras incandescentes destruyendo un pueblo del interior de Rusia. Los científicos creyeron que una vez que la temperatura helada enfriara las rocas, éstas dejarían su color anaranjado por uno más neutro, gris o marrón. Sin embargo las rocas nunca perdieron su calor. Al contrario ...

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Eran los hijos de una especie que había evolucionado por milenios revolviéndose en los ciclos del cambio y jugando con los atributos celestiales hasta hacerlos suyos, incorporando en sí mismos la pulsión prístina de la inmortalidad. Habían llegado a dominarlo todo. Las leyes del espacio y los vericuetos del tiempo, la lengua de las bestias y la pausada calma del universo vegetal con sus secretos y venenos, sabían de las otras razas que poblaban las galaxias y de la razón del giro de las esferas; conocían la magia de los elementos básicos de la conformación del mundo, sus más recónditos secretos, la fisión de la energía y la fusión de los polos eléctricos para producir energía y combustible inacabable. Se habían hecho expertos en las artes del movimiento del cuerpo y danzaban y cantaban como ninguna otra criatura. Leían con la vista y la yema de los dedos y también con el ombligo y el vientre.  Rotaban cada tanto su propia existencia para hacerla coincidir con...