Aislado y furioso. Supo lo que era el rencor, la mancha de aceite en el tejido de la carne. No podía ser sangre ni alcohol: nada se parecía al estertor insólito del rechazo a toda costa. Algo así como un selector de bobinados mal calibrado, venas entrelazadas aplastándose unas a otras hasta la constipación de la mente. Caracas , sol de mayo, Yosemite, liturgias, cebras disidentes y vasos de plástico duradero; almejas, sonares y radares, maravillas varias de lo no creado junto a un gran queso robot y el hueco por el que se escapa la docilidad para transformarse en el redoble sordo de un bombo andino. Mientras tanto seguía supurando lagartijas envenenadas, cáñamo para la droga incierta y cultivada junto al vocablo meloso de la meretriz indecorosa y deseable. Algún evento rociado de hilachas suspendidas como aguas vivas muertas en la playa pareció canibalizar la existencia de todos y él, que se creía inmune, sufrió el abandono y la pérdida de su nido con un relajo que le dio asco i...
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Reflexionar a través de la escritura es difícil. No veo ni encuentro la forma de hacerlo sin que se interponga con más o menos sutileza, el duende de la arrogancia, la cruel hada del desprecio, el oso devorador de todo lo creado, un millar de entes diversos con opiniones divididas sobre cientos de tópicos desconectados entre sí y sin más en común que el ruido atroz de todas la voces discutiendo, polemizando con argumentos y aún gritos histéricos para imponer un punto en particular. Supongamos que puedo por un acto de voluntad minimizarlos hasta el extremo de la insignificancia en una tarea a prueba del ego y logro que su mudez. Surge allí un demonio ya de otra calaña, más antiguo, más adulto, menos juguetón y me pregunta con el sutil truco de usar mi propia voz: ¿Quién me leerá? ¿Qué opinarán? ¿A quién seduciré? ¿Me considerarán genial o al menos no un imbécil irremediable? ¿Qué frutos rendirá en el futuro? ¿Me pedirán cientos de artículos y podré vivir de la escritura?...