Era un asunto de diagramación. Boye creía que debía apuntalar la idea con gráficos y Sergio pensaba que no solo era innecesario sino que dañaba el estilo. No sé como pasó que uno de los dos terminó muerto y el otro a punto (o quizás ya se nos fue) y sin embargo tampoco puedo decir que me asombra. Ambos tenían un carácter endiablado. Esa rara mezcla de nostalgia con ira verdosa de Boye y la mente colapsada de Sergio que se ufanaba de comprender las verdades cósmicas mientras apenas podía hacerse un café sin mancharse o comer un turrón si que se le cayera la mitad al piso. Cuando observé el estudio me impactaron las manchas de sangre sobre el diseño en cuestión. Esa no podía ser obra de Boye. Era escrupuloso y jamás se hubiese permitido un acto contra el diagrama. Sergio, mas impulsivo y enfático podría haber desdeñado las consecuencias de clavar un cuchillo en las tripas de su momentáneo adversario de ideas pero aún así los puntos rojos sobre la pieza de diseño era cuanto menos so...
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Mostrando entradas de marzo, 2017
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En los comienzos era el vacío, la luz codiciaba un espacio y se infiltró nombrándose emisora del Creador. El espacio infinito no lo tomó a mal sino que al contrario, la alentó a que se instalara como parte del todo. Sin embargo la luz era insidiosa y sin cesar creaba sombras sobre la mente del vacío. Dios no intervino directamente sino que dejó a la suerte el balance del cosmos con la idea de que cualquier fuera su derrotero, sería lo correcto. La luz –que se decía hija del Creador- impuso condiciones tanto para su permanencia como para su ausencia. Dijo en la lengua secreta de los elementos que se le debía un respeto especial ya que en su condición de auto iluminada era más digna que la oscuridad que representaba la nada cósmica. Ésta no se defendió ni hizo movimiento alguno. Dios observaba el escandaloso comportamiento lumínico pero tolerante como era, hizo silencio divino. Con el tiempo fueron creados los elementos, la materia y los seres vivientes y la tradición hizo de la luz ...
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Distribuidas las cargas y con el ánimo inflamado, Jules dirigió su canoa hacia la zona de las rompientes. El entorno era maravilloso, espesas coloraturas y aroma intenso a pinos húmedos. El silbido de la ventisca se aunaba al del agua en colisión con las piedras a gran velocidad y los tucanes y loros tornasolados condimentaban el cielo con cantos graciosos. Al costado, sobre tierra firme, lo observaban casi todas las especies, dividida en claros sectores de conveniencia mutua: la zona de las serpientes, el área de los grandes mamíferos, los macacos e incluso a un costado, sin intervenir sobre el agua se hallaban los caimanes y lagartos. Sobre las copas de los árboles parecía haberse pintado un salvaje lienzo con lugar para todas las paletas del mundo. Un estadio abierto, un sambódromo hecho de vida, la inusual convivencia de las especies mezcladas en devoradoras de carne y recolectoras de polen ejerciendo una presencia nunca antes vista en la selva o el bosque. Jules se centró en s...