FRAGMENTOS EXQUISITOS DE TEXTOS PERDIDOS, DESCONOCIDOS O IGNORADOS
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DETRÁS DE LAS MANZANAS
LLAMAS COMO SOLES
ME DESPIDO SIN HUECOS
(LIBRO DE HAUI-ZEZEN, CANTO PRIMERO, DINASTÍA XON, SIGLO II)
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La sensación era que las aspas de aquellos molinos estaban afiladas como navajas finlandesas. Giraban a gran velocidad movidas por el viento sirio y en su furioso rodar a miles de kilómetros por hora parecían cortar el escaso aire en partículas pequeñas y delicadas como esquirlas de metal pulido. Entre el fuego la memoria de los presentes se hacía borrosa. Las llamas ascendían en círculos crepitando y desgarrando la humareda verdosa y púrpura espectral. Era un fuego vivo que revivía viejas heridas, punzantes olvidos guardados en el pasado del olvido. Cada flama era como una inyección en las córneas, un alumbramiento doloroso a la luz del momento y a la lúcida percepción de la frontera de los elementos, el límite material que separa para dejar espacio al necesario resplandor adyacente que hace de invisible colchón entre los seres y los objetos. Al crecer aquella fogata arremolinada y salvaje, buscando su alianza con las estrellas para volver a ser uno con la esencia de sí mismo, de...
Era extraño el poder de la sombra de su presencia, un haz luminoso que parecía provenir del centro de su frente como una vibración de plasma azul. Firme y penetrante, serena y atrevida como pocas, se desplazaba con la independencia y libertad que poseían solo algunos seres privilegiados. Sabía y sabía que sabía. Y como sabía, ocultaba. Eso le otorgaba una raro poder, una fuerza que no necesitaba ser canalizada, su sentido de justeza y adecuación en el espacio era un curioso don, posiblemente un poder concebido en medio de alguna soledad y cuajada durante algún dolor. Olía exquisitamente bien, casi demasiado para ser una mortal. Me hizo pensar que quizás no lo era, en todo caso, tal vez encarnaba alguna potencia extraterrestre o una diosa de las mitologías perdidas. Aroma a inmensidad, vibración potente estallando y rompiendo como olas una y otra vez como micro esferas luminosas en el mar de la belleza. Aquella emanación era de un picante dulzor y de tan hipnótico ac...
El ciclo se repetía como un mandala endemoniado. La visión de un conejo púrpura corriendo entre los derruidos muros de la ciudad era recurrente y lograba desesperar al joven Reynoso hasta hacerlo jadear solo en la noche. Sin aire y sin esperanzas, vagaba entre el sueño y la vigilia como un ente de moral destrozada y sueños aniquilados. Demoraba cada vez más en levantarse incluso para ir al baño. Hubiese querido dormir eternamente sin siquiera comer ni beber, sin trabajar y sin ejercitarse, como un ser hecho de tela fantasmal, transparente y multidimensional. Pero la realidad tenía reglas que ni la imaginación febril de Reynoso podía quebrar, estaba atado a un pasado y a una desesperanza que lo arrinconaba como un insecto venenoso, casi invisible en su diminuta forma y letal hasta la muerte si aguijoneaba lo suficiente. Detrás de aquella máscara de aspecto imperturbable habitaba a sol y sombra un ser atormentado, contradictorio y miedoso. Lograba reunir las características de un indivi...