El hombre está destinado a matar. Su impronta es la de un asesino. Solo la llovizna delicada de miel hirviendo lo aleja de la marca oscura. Hay tantos sellos en su frente que ya está tatuado en su alma; y para registro del cielo, lleva escrita su historia en letras invisibles a las que llama destino.
ALOISTER RAMMAHORN, 2000 (EL CICLO DE LOS CIELOS, Ed. Parra)