El viento escupía sangre. La lluvia ascendía contra toda lógica. Las nubes se abrían para dar paso a cientos de rayos que, a plena luz de un sol radiante, estremecían a los seres vivos.
Los insectos del valle se escondieron bajo la tierra, tan profundo como sus armas vitales les permitieron cavar. Era, sin duda, el anticipo del fin de los tiempos.
DANIEL ROSS-CUEVAS, 2008 (EL FIN, Ed. Huechuraba)