La entrada a la basílica de Luccageni estaba custodiada por dos guardias del cuerpo especial de reserva. Ambos eran fornidos, y estaban fuertemente pertechados. Sus facciones parecían talladas por una daga experta en el arte de intimidar. Tenían unos extraños gorros de al menos tres metros y medio de color rojo y que terminaban en un gran copete con un penacho negro que caía hasta el piso. En sus manos sostenían lanzas de acero que parecían guadañas. Pero lo más extraño eran sus rostros. No eran humanos sino que eran sapos. Inmensos ojos amarillos desbordaban sus rostros y la boca ¡esa boca! eran inmensa y húmeda. A pesar de lo inquietante de la situación decidimos avanzar.
TARI KORINNEN, 1999, "MAR AZUL Y VERDE" ED. LARSEN
TARI KORINNEN, 1999, "MAR AZUL Y VERDE" ED. LARSEN