Era una sensación muy extraña. Los soldados estábamos destinados a combatir al frente junto a la tercera guarnición de Botafogo. Los tiros enemigos se veían tan cercanos que parecían estallar dentro de nuestros oídos. La sangre y el barro se mezclaban sobre nuestra piel creando costras tan duras que parecíamos armados con metales de la edad media. El círculo central de mando no se comunicaba con nosotros lo cual interpretamos como un abandono a nuestra suerte. Sin embargo queríamos vivir. Habíamos viajado seis millones de años luz para finalmente llegar a la Gran Constelación de Abraxas. Recuerdo todo esto a la distancia y aún no puedo creer que estoy vivo, que nunca regresé a la tierra y que fecundé a una abraxiana que es hoy mi mujer y más preciado tesoro. Esperamos un hijo. No sabemos si nacerá con dos o cuatro brazos como ella, si su rostro tendrá o no ese tinte azulino y brillante o será el rosado de mi raza. Como sea, los médicos dicen que todo saldrá bien. He mandando algunas postales a mis amigos. Sé que nunca llegarán, probablemente estén todos muertos pero a mí me hace bien mantener un vínculo, una conexión. Luaara me comprende y a pesar de las diferencias hemos llegado a comprendernos en alguna medida.

ANNIE BESCANT-NILO, 1999 "DESTIERROS Y CONDENAS EN LOS SOLES DE ABRAXAS" Ed. Panacea

Entradas populares de este blog