Para ingresar en la mansión Ledesma había que franquear un portal de obsidiana y jade. Detrás convivían el misterio en fusión con lo impredecible. Criaturas mentoladas que susurraban himnos tan hermosos como olvidados. Una larga hilera de pequeños roedores parados sobre sus dos patitas traseras montaban una guardia imperial y solemne. Los álamos y robles vestían hojas tan verdes que cegaban al extranjero. Yo no supe nunca como llegué hasta allí y que se esperaba de mí. Solo recuerdo que una noche de aparente paz, ingresó en mi cuarto un buho blanco y me miró muy fijo. Algo dijo en un idioma que ni siquiera creo que exista y sin embargo lo comprendí. Apenas pude recomponerme y salir de mi asombro me fui muy rápido antes de que lo pudiera pensar. El deseo me trajo hasta aquí y la expiación de algún pecado me inyectó la fuerza para caminar por cuarenta días sin dormir. Conseguía agua y eso me bastaba. Estoy más flaco. Ahora el mundo se ha invertido y la realidad se me ha hecho extraña y lejana. Vivo mi vida de hombre-mangosta y soy feliz.
ADAM CISNEROS, 1909 "LA MUTACIÓN" Ed. Carballo-Perth
ADAM CISNEROS, 1909 "LA MUTACIÓN" Ed. Carballo-Perth