En el
equinoccio de la mente, la fealdad o la belleza de la materia se ha hecho tan
livianas que la sola presunción de poseer la facultad de identificar y separar
una de otra solo pueda ser la vanidosa creencia en la propia incorruptibilidad.
HAITO
MOKAMI, 1977 “SEÑUELOS” (Ed. Wukamati Press)