Entradas

Mostrando entradas de enero, 2014
     Cuando llegó aquel hombre pequeño de rostro ajado y se inclinó respetuosamente frente a mí, intuí que había llegado nuestro momento. Desde que partí de mi pequeño y amado país, aquel que se esconde entre palmeras de frutos dorados y cerros celosos del cielo, supe que no habría viaje alguno que valiera la pena si no volvía con un trato justo o con los brazos quebrados.      Nos habían llegado noticias de un lejano y extraño país, un continente según decían, un mar de personas en el que todos los ojos escrutaban el futuro y apresaban al pasado en sus frentes milenarias.      El encuentro casual con viajeros-sobrevivientes que recorrían el derruido mundo, nos reveló de una tierra gigante con un pueblo celoso llamada China, que contenía tantas almas como abejas todos los panales del mundo. Decían que era tan grande, tan inmensa, que albergaba un mundo dentro de sí misma.      Nosotros solo conocía...
Apareció cuando era yo aún pequeño, quizás dos o tres años. Recuerdo que me despertaba aterrorizado con un dolor insoportable en el plexo   como si se me hundieran los huesos para adentro,   los ojos se me abrían como diamantes circulares para poder ver, o mejor dicho, intentar ver a mi perseguidor oculto, a ese sonido que parecía venir de un subsuelo oscuro y lejano: el Bombo . El Bombo -que en mi mente retumbaría por todos los años que viví en aquella casa de piedra y madera- se hizo presente como un majestuoso rey, como el emperador del mundo oscuro y laberíntico de mi mente infantil.   El Bombo se presentó no solo en mis sueños sino que continuaba en mi living de la infancia, lleno de enormes muebles de madera de roble, con dragones y gárgolas tallados por todas partes y las sillas de cueros remachados con hierro.   La oscuridad competía en presencia con el silencio. Como un frío en la médula, un espanto sincopado y rítmico a la ante...
Había elegido una profesión muy particular: diseñador de laberintos. De pequeño se sintió atraído por antiguos grabados que halló en un libro que estaba en los anaqueles de la biblioteca inmensa de su padre. Desde entonces no paró de hacer esbozos, dibujos, planos y maquetas, todo para crear lo que él creía sería el laberinto perfecto. En los comienzos se trataba solo de un juego, una forma de escaparse de la realidad y estimular su mente con la creación de infinitas posibilidades y mundos   concatenados, unidos por   los espacios del vacío que debieran ser atravesados para llegar a una meta, a un destino. Los primeros proyectos eran con lápiz y papel. Líneas negras sobre el fondo blanco de una hoja.   Formas que de a poco se iban volviendo más complejas. Rectas, estructuras circulares, ovoides conectados por puentes, construcciones volumétricas repletas de túneles y en los más avanzados la complejidad consistía en la superposición de construcciones y planteos d...