Hubo un tiempo en que estuve aún más perdido. Diezmadas mis fuerzas por ese ser abyecto que habíase instalado en un rincón oscuro de mi alma, no podía más que atesorar algún futuro venturoso en un universo paralelo. Tan lejano sin embargo se me hacía que no tenía más remedio que inmovilizar mis recursos para entregárselos a la bestia líquida y sulfurosa que me tenía prisionero. Era un ente de la más maligna composición. No tenía ni bondad ni lástima y sin embargo buscaba despertar la compasión hacia su causa utilizando cuanto ardid tuviese a su mano. No podría indicar de que color era, aunque hay algo en su refulgir que bordeaba lo verdoso. Ojos tenía y eran amargos. Boca de lengua bífida y cargada de veneno. Oídos mal ajustados, ocultos dentro de orejas puntiagudas que le daban un aspecto aún más siniestro. Solía babear un líquido espeso y violáceo cuando tenía hambre y eso era casi siempre. Se alimentaba de la rabia y la desgracia y por ello las fomentaba. Tenía la habilidad de d...
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Mostrando entradas de octubre, 2015
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¿Cómo se estructura un recuerdo? Quizás la pálida faz de una luna sagaz como una hiena, se esconda en nuestra mente para perpetrar los crímenes más descabellados y así fijar una imagen o una palabra en el domo de la mente. ¿De qué están hechos los sentimientos? Tal vez de rémoras iridiscentes que como cables pelados destilan impulsos tenebrosos, salvajes y aún malignos ¿Porqué se olvida? A lo mejor lo que sucede es que no se olvida sino que se niega, en ese ardor gélido que nos disloca del presente para enterrarnos en el ayer sin más remedio que espiar por la cerradura de la esperanza. ¿A qué venimos al mundo? Podría pensarse que es una broma o bien una apuesta. Un intento por poblar el vacío. ¿Y a quién debemos nuestra lealtad? La deuda como principio parte de la inmoralidad. Dar y recibir es como inhalar y exhalar, ¿Acaso uno es deudor del otro? ¿Acreedor de alguna forma? WALTERIO CASABILLAS, 1984 “HEREDEROS DEL ERROR” (Ed. Sincaze)
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Engendrar como serpientes deseosas de progenie en este mundo olvidado era la orden directa que dio el Altísimo a sus súbditos. Ellos corrieron por la tierra buscando la humedad de los sentidos para enjuagar sus energías vitales en la formulación matricial de la vida. Eran espectros enanos, pequeñísimos seres de la mitad de la altura de un gnomo. Sus potentes orejas se irguieron en busca de la correspondencia acústica a sus silbidos. Luego de horas de buscarse mutuamente, hembras y machos se aparearon bajo las sombras de los hongos protectores, en la articulación misteriosa de las esporas alucinógenas con la suave lluvia que caía como un manto. Pequeñas gotas les cosquilleaban los pies y sus sentidos exaltados juagaban con el placer en suaves espasmos y delicados gemidos. En la erótica forma de los seres elementales, se dibujaban las formas del tiempo y del espacio infinito como un baile aromático y sensual. Ínfimos seres con bocas jugosas y manos como raíces frescas trazaba...
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Hay un lugar en el que el secreto es la medida de todas las cosas. Ventura o desgracia, juicios lapidarios o tenues voces suaves y alquímicas porciones de luz contrastan con la forma equinoccial de todas las cosas. Ese lugar se llama de una forma misteriosa pues no tiene nombre aunque sea nombrada ni es posible de localizar aunque poseamos un mapa ajustado. El lugar es un espacio indefinido entre la plenitud y la miseria, un árido desierto repleto de agua. Sabíamos desde el principio que nadie podía acceder sin resultar dañado mas desconocíamos el real costo de ingresar a aquella zona sin ser devorado por el momento. Lo guardianes habían colocado allí sendas barreras, trampas mortales y hasta habían criado grifos siniestros a los que sometían a un hambre descomunal solo para que estuviesen prestos a olfatear presas. Éramos como materia descartable en una ilusión permanente de florecimiento. Dábamos la impresión de resultar inoportu...
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El ciclo de la serpiente ha comenzado. Mudamos de piel y de dientes Nos comemos los riñones y la carne de la tibia y el brazo. Las uñas son alimento y la saliva nuestra bebida favorita. Masticamos los tejidos con la fuerza del deseo y nos arrancamos la cabellera hasta sangrar. En este tiempo nos convertimos en los mutantes que la deidad nos anunció a través de los profetas. Para ser parte de las huestes del cielo hay que morir en la tierra. Creíamos que morir era un escape, una salida, algo así como la liberación final de las penas. Pero el Señor no nos licuaba los sufrimientos, al contrario, redoblaba la apuesta sepultando nuestras ilusiones en cubículos de horror. Un fermento apocalíptico marcado con el signo del origen. La divinidad arremetía desde su trono infinito con el caudal del río de los tiempos. Había trampa en el planteo, lo sabíamos pero, desde luego que no era posible discutir con el Creador. No se trataba de que fuese inaccesible, todo lo contrario, si hay alg...